La paz y el orden, crónica de un fracaso tempranamente anunciado

A esta altura de los acontecimientos, a casi nadie le quedan dudas que Omar Perotti utilizó el problema de la inseguridad para cumplir su viejo sueño de llegar a ser gobernador de Santa Fe, cargo que asumió en diciembre de 2019, sin un plan para tratar de bajar la tasa de homicidios que en Rosario quintuplica a la media nacional.

Perotti prometió algo que sabía que no podría cumplir en la campaña electoral de 2019.

Por Fernando Garello – El objetivo declarado durante la campaña electoral de 2019 de restablecer “la paz y el orden” no sería sencillo de alcanzar con una realidad social que empeoraba vertiginosamente, mucho más aún, careciendo de un plan concreto de lucha contra la inseguridad. Los hechos registrados a lo largo de los dos años y ocho meses de gestión en Rosario y los principales centros urbanos de la provincia de Santa Fe, demuestran que Perotti no tenía idea de qué debía hacer para bajar los niveles de violencia, los ajustes de cuentas entre narcotraficantes pero también las entraderas, robos, extorsiones y asesinatos de vecinos que no tenían nada que ver con el crimen organizado, como aquel al que apuñalaron cuando se dirigía a su trabajo o al joven arquitecto al que acribillaron para robarle el auto en el barrio de Arroyito.

Tras resultar electo, a Perotti le llevó casi seis meses conformar su gabinete de gobierno, rebosante de figuras provenientes de gestiones justicialistas anteriores, con muchísimos años de inactividad pública y muy lejos de la complicada realidad que vive la provincia en la actualidad. Seguridad fue desde el principio el punto más débil, incluso desde la elección misma del funcionario a cargo, designación que recayó sobre Marcelo Sain, ex asesor de la gestión precedente.

En ese momento a muchos les llamó la atención que el gobernador recurriera a una figura central de la política de seguridad de la gestión del Frente Progresista para resolver el problema de la inseguridad, teniendo en cuenta que su discurso se basaba en cambiar todo lo que se hizo mal en las tres gestiones anteriores de la coalición que integraban el socialismo y el radicalismo.

Durante los meses siguientes, ante cualquier reclamo legítimo, el gobernador respondía de manera automática que “no es fácil revertir lo que se hizo mál en los últimos doce años”.

La gestión de Sain, a quien el gobernador mantuvo en el cargo de manera innecesaria y caprichosa fue deplorable. Los robos y crímenes aumentaron al rito de los escándalos mediáticos que protagonizaba quien tenía el deber de velar por la seguridad de los santafesinos.

El recambio inevitable se produjo hace poco más de un año, cuando la ola de violencia que por estos días sacude a Rosario comenzaba a insinuarse. Perotti recurrió a otra figura controversial como Jorge Lagna, cuya máximo mérito fue publicar un libro sobre la pretendida existencia de una secta socialista.

Lagna se terminó yendo ayer, luego que una lluvia de balas cayera sobre Rosario, cobrándose la vida de decenas de personas. El elegido esta vez es Rubén Rimoldi, un ex comisario casildense que fue candidato a intendente de su ciudad por el Frente Progresista, quien afirmó que fue seleccionado por el gobernador por su “profesionalismo y capacidad”.

Es la primera vez desde el retorno de la democracia que el control político de la fuerza pública de seguridad estará a cargo de un policía, un nuevo experimento, una nueva improvisación, ante un problema extramadamente grave cuya agudización podría tener consecuencias impensadas.

Una banca en el Senado

Perotti sabe que su reelección es imposible, no solo porque la Constitución de Santa Fe se lo impide, sino porque es uno de los gobernadores argentinos con peor imagen pública, precisamente por el desmanejo del problema de la inseguridad. Mucho no le preocupa, en las legislativas de 2019 se incluyó furtivamente como senador suplente, así que no sería extraño verlo dentro de poco más de un año sentado cómodamente en una banca en el Senado de la Nación.

No hay comentarios

Deje un comentario