Frustrado salvataje de SanCor, la foto que cambió las sonrisas por los amargos reproches

El fracaso del plan de salvataje de SanCor ideado por el secretario general de Atilra, Héctor Ponce, genera un cruce de reproches entre el gremio, el Consejo de Administración de la cooperativa y el grupo de empresarios que pretendían hacer negocios con los fondos del Estado.

Los salvadores de SanCor, liderados por Héctor Ponce, tras alcanzar un acuerdo
que posibilitó la creación del frustrado fideicomiso que poco después aprobó la cooperativa.

La fotografía tomada en la Fundación Atilra, donde pueden verse muy sonrientes a los miembros del grupo empresario que prometía “salvar a SanCor”, junto al miembros del Consejo de Administración y ejecutivos de la cooperativa, junto a Héctor Ponce, quien oficiaba de facilitador y anfitrión, quedó en el pasado, aunque pasó poco más de un año de la fecha en que fue tomada. Hoy la realidad es otra: la plata del Estado y del pretendido grupo inversor que ni siquiera amagó a sacar la billetera, revelando cuáles eran sus intenciones no declaradas, un clásico de la industria argentina, hacer negocios con el dinero de los contribuyentes sin asumir riesgo alguno, y las sonrisas dejaron lugar a rostros adustos que se reparten culpas y responsabilidades.

Desde que asumió que el salvataje no fue más que una quimera torpemente ideada, Ponce está obsesionado con transferir su responsabilidad al Consejo de Administración y a los ejecutivos de la compañía, en una actitud que pretende cubrir de manera infantil a los verdaderos responsables del fiasco: el propio Gobierno nacional que se comprometió a desembolsar nada menos que 60 millones de dólares y a los “empresarios” que hicieron lo propio pero no dejaron de especular en ningún momento, sin importarles el destino de un símbolo del movimiento cooperativo argentino y de los empleados que hoy viven un destino incierto.

La estrategia de Ponce se basa en algo obvio: que el Consejo de Administración y los ejecutivos de la cooperativa no están a la altura de las circunstancias, un hecho obvio, aunque no alcanza para justificar por sí solo la caída de su improbable plan, dado que en realidad este naufragó porque la Casa Rosada no liberó los fondos necesarios, al igual que sus enpresarios amigos, quienesse hicieron los distraídos.

Empresario frustrado

A Ponce también le obsesionan las consecuencias que el increíble blooper podría tener sobre su imagen. Es que el salvataje representaba nada menos que su debut como empresario, al mejor estilo moyanista. Por eso bajó la orden a los grupos de choque del gremio, integrados por los mismos gremialistas que bloquean y asfixian pymes lácteas por todo el país, a dirigir sus reproches a los “gerentes” de la cooperativa láctea, como si estos fueran los únicos responsables del desastre en que se encuentra inmersa la cooperativa.

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