Para Trinchieri el Concejo actual no es más que “una escribanía” que no debate ni aporta ideas

El ex intendente intenta retornar una vez más a la actividad pública recuperando el viejo partido familiar, aunque desde una función que nunca cumplió como la de concejal.

Oscar Trinchieri junto a su equipo de colaboradores en los comicios de 2007.

Por Fernando Garello – Oscar Trinchieri pierde pelo pero no las mañas. Tras varios años de inactividad, el cuatro veces intendente reflota el partido familiar que durante décadas manejó con la discrecionalidad de su dedo pulgar para intentar un nuevo regreso singular a través de una humilde banca en el Concejo Municipal. Al igual que en la década de 1990, cuando hegemonizó la vida política de la ciudad, echa mano a lugares comunes con los cuales espera conectar con una parte del electorado insatisfecho y disimular la clásica falta de posiciones políticas definidas. “Es un nuevo desafío que vivo con las mismas expectativas que en su momento me generó el Ejecutivo, obviamente que con un contexto diferente en cuanto al tiempo pasado”, dijo esta semana al diario La Opinión, con quien lo une una relación de amistad. Sin embargo, el intercambio de flores con la corresponsal rafaelina no alcanza a maquillar lo que muchos sospechan: que está fuera de estado, que busca una pensión de lujo del Estado y que no tiene la confianza suficiente para ir por lo que más le interesa, el sillón de Intendente en el cual se apoltronó durante dieciséis largos años.

“Creo que el gran déficit que tiene hoy nuestro Concejo Municipal es que como dicen en la calle es una escribanía, en el sentido en que no existe un debate amplio, abierto”, disparó el candidato del Pavs, una pretendida crítica que en realidad no es más que un simple lugar común que incluso está desfasado en el tiempo: la idea del poder legislativo reducido a escribanía surgió hace más de dos décadas, cuando el menemismo primero y el kirchnerismo después, utilizaron la mayoría que les había conferido la sociedad para paralizar el Congreso de la Nación. También deja en evidencia que Trinchieri, quien en sus cuatro gestiones como intendente nunca tuvo un interés en gobernar junto al Concejo Municipal, al punto que ni siquiera se tomaba el tiempo necesario para responder seriamente los planteos de los ediles de la oposición, desconoce cómo funciona hoy el cuerpo colegiado que no es el mismo de la década de 1990.

Por ejemplo, hoy los ciudadanos tienen acceso directo e irrestricto a las iniciativas que se debaten, además de toda la normativa que se encuentra vigente. Durante los días en que él manejaba el cuerpo legislativo a través de su hermano Aldo, ni siquiera se permitía a los periodistas obtener copias de la correspondencia que remitían los vecinos o acceder a las reuniones de trabajo en comisión, así como tampoco a la más elemental agenda de audiencias.

Tampoco en su época se podía acceder a datos de ejecución de partidas presupuestarias de la hacienda pública ni había un sistema de control mediante auditorías externas en la administración, donde las facturas de colaboradores y clientes volaban a la velocidad de la luz. Bastará recordar los escándalos generados por el uso de vehículos oficiales o de partidas para la provisión de combustibles o la rendición de viáticos de funcionarios.

Trinchieri no cayó en la cuenta que hoy el Concejo Municipal no sólo es más transparente sino también más maduro. El consenso y el debate suelen estar saludablemente por encima de las chicanas políticas y del deseo de protagonismo personal. Si planea utilizar una banca para después intentar proyectarse a la intendencia se equivoca de manera rotunda.

La frivolidad de una época

Trinchieri nació políticamente en los 90 y a pesar de sus transformaciones nunca pudo librarse de la marca de una época en donde la consigna era hacer más familiar y amigable a la actividad pública. Por eso utilizó su apodo Pancho como plataforma electoral. El problema es que la realidad demostró que para resolver los problemas crecientes de la ciudad y del país hacía falta mucho más que funcionarios siempre sonrientes y amigables. Sus cuatro gestiones al frente del Ejecutivo municipal no fueron solamente frívolas: su paso dejó enormes déficits como los del pavimento urbano y la falta de viviendas que con mucho esfuerzo los sunchalenses tratamos de resolver desde hace unos años. Por eso, antes de tratar de volver a vivir a expensas de los contribuyentes, lo mejor que podría hacer es una autocrítica de todo lo que hizo mal o simplemente dejó de hacer por la ciudad. Y si lo que en verdad planea es volver a gobernar la ciudad debería entender que esta ya no es la misma y hoy se enfrenta a una de las peores crisis de su historia reciente con la posibilidad cierta e inquietante de la pérdida o disminución de una de sus principales fuentes de empleo directo e indirecto.

Una respuesta a “Para Trinchieri el Concejo actual no es más que “una escribanía” que no debate ni aporta ideas”

  1. Gustavo

    Jun 19. 2017

    Estimado Fernando Garello, es destacable su rigor periodístico.
    Continúe así por favor, desenmascarando a estos seudos políticos, así también a esos inefables representantes de trabajadores.

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